Discurso de instalación por parte del presidente de la Junta Directiva de Asocajas, Ernesto Herrera Díaz Granados, durante el Congreso Nacional de Asocajas 2018: Encajar en la Formalidad el Reto de la Protección Social. 

Me complace darles la bienvenida al Congreso de la Asociación Nacional de Cajas de Compensación Familiar – Asocajas, que este año llega a su versión número 30. Durante dos días desarrollaremos una completa agenda académica que nos permitirá analizar desde las visiones, conocimientos y perspectivas de las diferentes agremiaciones, sectores económicos y sociales, y del Gobierno Nacional, uno de los principales retos que afronta el país: La Formalización Laboral y Empresarial.

Mucho ha cambiado la realidad económica y social del país desde el año 1954 cuando nació el pacto social voluntario de los empresarios y trabajadores antioqueños, que dio origen a la primera Caja de Compensación Familiar, COMFAMA, una experiencia que llevó en 1957 a la junta militar que gobernaba en ese entonces a Colombia, a formalizar este modelo.

El Sistema del Subsidio Familiar a través de estos años se ha afianzado como una herramienta fundamental para la búsqueda de la equidad y la inclusión social de los trabajadores del sector formal de la economía, apoyando a las empresas en sus programas de bienestar y desarrollo de su recurso humano, impulsando así, la productividad empresarial. Gracias al mecanismo de compensación que opera al interior del Sistema, las Cajas han contribuido a la generación de condiciones de bienestar familiar y laboral para los colombianos, que han permitido disminuir las distancias sociales y los desencuentros entre el capital y el trabajo.

A lo largo de estos 64 años, las Cajas de Compensación Familiar se han convertido en una plataforma de desarrollo y bienestar para los trabajadores, consolidando el más importante patrimonio social del país, representado en 25 parques temáticos, 8 universidades, 66 centros vacacionales, 59 hoteles, 130 teatros y centros culturales, 257 bibliotecas, 278 centros recreacionales y unidades deportivas, 64 colegios propios y 106 centros de empleo. En materia de salud, 20 Cajas de Compensación participan del aseguramiento, y cuentan con 215 instituciones prestadoras de salud habilitadas entre consultorios, centros de salud y clínicas.

Paralelo al desarrollo del Sistema de Compensación Familiar, los grandes cambios en los factores económicos, demográficos, tecnológicos y sociales que ha experimentado el país, han modificado las dinámicas laborales dando lugar a nuevos retos, es este el caso de la Informalidad Laboral; un concepto que inicialmente se empleó para identificar las formas en que la población más pobre generaba ingresos al margen de la institucionalidad, denominándose sector informal al conjunto de esas actividades desempeñadas con medios, contactos, capital y mercados limitados o inexistentes en las zonas urbanas de los países en desarrollo. Se le definía por su forma de producir y de relacionarse con el resto de la economía, y a sus trabajadores se les caracterizaba por sus muy bajos ingresos y precarias condiciones de vida y de trabajo.

El concepto de informalidad laboral ha ido evolucionando a través del tiempo, desde focalizarse en las pequeñas unidades productivas de bienes y servicios no registradas, a hacerlo en los trabajadores que no cuentan con las garantías laborales establecidas por las leyes, sin diferenciar si están vinculados a empresas formales o no.

Para entender el impacto de la informalidad y su interacción con las variables que condicionan el mercado laboral y la estructura socioeconómica del país, es necesario conocer algunas cifras.

Según la Organización Internacional del Trabajo cerca del 60% de la población activa del mundo trabaja en el sector informal de la economía. Al desagregar esta cifra por regiones, el empleo informal representa alrededor del 86% de los trabajos en África, el 68% en los Estados árabes y de Asia Pacífico, el 53% en América Latina, mientras que en Europa es apenas del 25%. Así mismo, la OIT afirma que el 93% de los trabajadores informales se encuentran en los países emergentes. Resulta claro, que la tasa de informalidad está estrechamente relacionada con los niveles de desarrollo económico de los países.

En Colombia, si bien la tasa de informalidad ha venido disminuyendo en los últimos años, aún se mantiene ligeramente por debajo del 50% de acuerdo con el informe del DANE para el trimestre junio – agosto de 2018. La proporción de ocupados informales en las principales 23 ciudades y áreas metropolitanas del país fue del 48%. En el análisis por ciudades, el índice más alto de informalidad lo presenta la ciudad de Cúcuta con un 68%, seguido de Sincelejo con un 65.2%; más cerca de la media nacional se ubica Barranquilla con el 55.5%, mientras que Cali con el 46.8%, Bogotá con el 41.1% y Manizales con el 38.5%, se ubican por debajo de la media nacional.

El mayor nivel de informalidad se encuentra en las zonas rurales del país que representan el 23% de la población nacional, y pese a tener la tasa de desempleo más baja con un 5.2%, presentan una tasa de informalidad con niveles del 80%, cifras que son relacionadas al poco acceso educativo, y que impactan en el crecimiento y desarrollo económico de estas poblaciones.

Las cifras disponibles sobre la informalidad en Colombia permiten la caracterización de la población informalmente ocupada en el país, identificando así, los determinantes de este fenómeno.

Al analizar la informalidad por niveles educativos encontramos que entre quienes solo han alcanzado niveles de educación primaria, la informalidad es del 79.3%, disminuyendo al 23.7% para la población que alcanzó el nivel de educación superior. Como podemos observar, las personas con menores niveles educativos presentan mayor índice de informalidad, en razón a que su escasa formación limita su vinculación a un sector formal que cada vez demanda mayores niveles de educación y formación.

En el análisis de los niveles de informalidad por género, encontramos que a nivel nacional el femenino es el más afectado con un índice del 49.3% mientras que el masculino reporta el 45.5%, teniendo una diferencia de 4 puntos porcentuales. En este sentido, resulta claro que aunque se han recorrido caminos hacia la equidad de género, aún persisten limitaciones a tan anhelado propósito, en algunos casos generadas por las dificultades que pueden presentar las mujeres para adaptarse a las exigencias laborales sin afectar sus responsabilidades hogareñas o por la preferencia en el sector formal de contratar personal masculino, aduciendo criterios de productividad o competencia.

Los porcentajes entre hombres y mujeres son similares entre las principales ciudades del país, siendo la excepción Cartagena donde los hombres tienen la mayor tasa de informalidad con un 55.6% comparada con el 54.6% de las mujeres.

Las menores tasas de crecimiento económico están usualmente relacionadas con menores índices de empleo, por tanto, el crecimiento de la economía es una de las variables determinantes de la generación de empleo formal. Economías como la colombiana con niveles de crecimiento limitados, no son capaces de generar el número de empleos necesarios para responder a la dinámica planteada por el crecimiento poblacional, aumentando así, los niveles de desempleo y en consecuencia el empleo informal, que ante el panorama planteado es visto por la población desempleada como la única alternativa de generación de ingresos, constituyéndose como una tabla de salvación para aquellas personas que no tienen la fortuna de pertenecer al sector formal.

Los costos y gastos que deben enfrentar las empresas del sector formal y los trámites que deben adelantar, constituyen barreras importantes para lograr la formalización de sus actividades, propiciando la informalidad. Uno de los mayores impactos en los costos y gastos empresariales es generado por la alta tributación y las constantes reformas fiscales.

Es importante mencionar que algunos sectores económicos y académicos reiteradamente presentan los costos laborales no salariales, incluido el aporte a las cajas de compensación como una variable que promueve la informalidad laboral, sin embargo, su disminución no afectaría significativamente los niveles de ocupación formal, debido a que existen otras variables como los niveles de cualificación de la población, la pertinencia de los programas de formación, la definición y establecimiento del salario mínimo, las barreras de formalización para las empresas, el proceso de transición demográfica, la alta rotación laboral, entre otros, que explican la incidencia de la informalidad laboral en algunas regiones y que deben ser atendidas con otros tipo de políticas.

Estos sectores además, desconocen la labor de las cajas de compensación familiar, que con los aportes del 4% contribuyen al mejoramiento de la calidad de vida de los trabajadores colombianos y sus familias, dando lugar a un circulo virtuoso de formalidad, bienestar y productividad.

Para dimensionar el aporte de las Cajas de Compensación familiar a la productividad y a la formalidad, revisemos algunas cifras que evidencian su contribución al bienestar de los trabajadores y familias afiliadas al sistema.

Actualmente las Cajas otorgan beneficios a 9.5 millones de trabajadores, que sumados a sus familias integran una población total atendida de 21 millones de personas. Adicionalmente a través de la operación de los Fondos de Ley prestamos servicios a 7 millones de personas, impactando a más del 50% de la población de nuestro país, con recursos aportados por los 693 mil empleadores vinculados al sistema.

Durante el año 2017 las Cajas de Compensación entregamos 5.6 millones de cuotas de subsidio en dinero por valor de $1.94 billones. Matriculamos 72.593 personas en educación formal, 130.454 personas en programas de educación para el trabajo y desarrollo humano y 1.416.734 en educación informal. Otorgamos 50 mil subsidios de vivienda de interés social por valor de $866 mil millones de pesos, y en servicios sociales tuvimos cerca de 42 millones de usos en recreación 18.3 millones en bibliotecas, 2.1 millones en turismo y 2 millones en cultura.

Apoyando la política pública de empleo y trabajo decente, las Agencias de Gestión y Colocación de empleo de las Cajas de Compensación atendieron más de un millón de personas, de las cuales alrededor de 416 mil fueron orientadas laboralmente, logrando más de 174 mil colocaciones laborales.

Así mismo, entregaron beneficios económicos a 165.978 desempleados por valor de $359.400 millones, representados en cuotas de subsidio en dinero, bonos para alimentación y seguridad social en salud y pensión. Por otra parte, se ejecutaron exitosamente los programas 40 mil primeros empleos y Estado Joven, generando aproximadamente 58 mil nuevos trabajos que mejoraron las oportunidades de empleo para los jóvenes.

Estas cifras reflejan la capacidad del modelo de compensación familiar para crear valor social, un argumento irrebatible de la importancia de este sistema en la vida de los trabajadores colombianos. El subsidio familiar es una prestación social y como tal durante más de seis décadas de existencia, ha contribuido a disminuir la vulnerabilidad de las familias trabajadoras, convirtiéndose en un instrumento para la consolidación de la clase media y el cierre de las brechas sociales, por lo cual invito a todos los sectores a asumir la defensa de este sistema que ha logrado unir a gobierno, empresarios y trabajadores en pro de un bien común de bienestar y productividad.

El aporte que desde las Cajas de Compensación hemos hecho a la sociedad ha sido significativo e innegable, sin embargo, ante la problemática de la informalidad laboral, los diferentes sectores del país estamos llamados a asumir importantes retos, dentro de los cuales planteamos:

1. Fortalecer el Sistema del Subsidio Familiar, consolidando a las Cajas de Compensación como agentes de desarrollo de las regiones y actores claves en los procesos de formalización laboral.

2. Generar modelos innovadores de atención que se adapten a las nuevas tendencias del mercado laboral.

3. Impulsar el desarrollo empresarial y la promoción del emprendimiento, de acuerdo con los postulados de la Ley 1780 de 2016 apoyando desde las Cajas la ideación y estructuración de emprendimientos y proyectos, la capacitación en habilidades gerenciales, costos y formalización; disminuyendo así las barreras de los emprendedores e incidiendo en la formalidad laboral de más colombianos.

4. Fortalecer el aporte de las cajas a la consolidación de la clase media, principal vehículo para contribuir al crecimiento económico del país.

5. Diseñar estrategias y programas que permitan ampliar la cobertura de servicios en las zonas rurales.

6. Crear un nuevo modelo de afiliación para los trabajadores por cuenta propia, estructurando productos y servicios para esta población.

Los retos están planteados y es este el momento propicio para que los gremios, el gobierno, los sectores productivos y sociales, trabajemos de manera coordinada en el desarrollo de estrategias que aumenten los índices de formalidad laboral, porque la solución no debe ser responsabilidad exclusiva de un sector, sino de un país, que comprometido con el desarrollo, aporte un impulso significativo a la protección social.

¡Muchas Gracias!